Como los colores del reilete, igual que sus frágiles movimientos
que dan vida a un arcoiris de colores hermosos, gira y gira mi vida
No para, no se detiene, intento pensar, ofuscar mi mente con cosas vacías
Para amarte menos ante el loco pensamiento que me atormenta de perderte
Mientras el reilete gira, entrecierro mis ojos ante tanta humilde belleza
Cansado caracol lleva a cuestas el enorme peso de su vida, sin poder desprenderse
Porque hacerlo le costaría la vida, en clara semejanza cargo bagajes de sentimientos
Imito a las aves que se detienen por unos segundos, para observar la simpleza de la vida
Y la belleza que emana de ella en cosas tan sencillas, como el girar del hermoso reilete
Con alegría un niño lo sostiene entre sus manos, mientras el viento lo hace girar y girar
Lo observo embelesada y lloro por la infancia perdida, por la adolescencia arrinconada
Para dar paso a una adultez que no me agrada, cargada de responsabilidades y de ignominias
Miro los niños que gritan de alegría tan solo por ver girar sus frágiles y hermosos reiletes
Vuelvo a ser niña, comprendo en esos momentos que de nuevo intento quedarme donde no debo
Cuando niña quise tener quince, cuando tuve quince ansiaba tener veinte, a los viente me asusté
Pretendí quedarme ahí, pero la vida avanzó y me rebasó, y ahora de nuevo quiero volver a ser niña
Quizás si vivo demasiado algún día volveré a serlo, cuando sea anciana y embelesada vea girar reiletes
Posiblemente quedará callada, o lloraré de alegría y pediré mi muñeca como ahora la pide la abuela
Entendí finalmente que no debo adelantar tiempos, porque todo llega, justo y en el preciso momento.
Dejé de pensar en cosas vanas y me centré de nuevo en mi libro de sicología que minutos ates leía.
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