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domingo, 18 de junio de 2017

Sueño que se convirtió en pesadilla


Era una princesa que aunque sonreía su mirada siempre estaba triste. Un día, un mago bueno que la quería se acercó a ella preocupado, ¿ Porqué tu mirada siempre está triste, qué te hace falta ?, le preguntó a su querida princesa.
No lo sé, -respondió ella-, siento que aunque tenga todo, algo me falta, es como si sintiera la necesidad de encontrar algo, como si estuviera rota y no estuviera completa.
Tengo mi corazón siempre triste, aunque sonría, mi ojos siempre están a punto de derramar lágrimas, mis sueños son intranquilos, no encuentro ni siento paz menos felicidad.
El mago con el ceño fruncido contestó, eso no puede ser, el ser humano siempre sabe lo que necesita lo que le hace falta, si no sabes responder esa pregunta entonces, busca, hurga dentro de tu corazón, de tus sentimientos, de tus pensamientos tú misma debes tener la respuesta para esa pregunta.
Sólo adéntrate en tu ser interior, regresa a tus sueños de niña, de adolescente, de adulta, tú misma debes saber que te falta. Si no sabes qué es lo que deseas, es porque tal vez te ocurrió algo muy doloroso que la mente se empeña en no revelar.
Siempre oculta hasta de nosotros mismos, una realidad que hace daño, porque intenta proteger al corazón al recordar historias que en el pasado dañaron, por eso nos esconde recuerdos, sentimientos dolorosos, y todo aquello que presiente nos puede lastimar.
La princesa dejó escapar un largo suspiro, -finalmente dijo-, tienes razón, si sé lo que me ha atormentado por tanto tiempo. Efectivamente fue algo que me hizo muchísimo daño, y creo que aún me sigue lastimando.
Cuenta, -dijo el mago-, hace años, -prosiguió diciendo la princesa-, era una adolescente caminaba por unos llanos, cuando me topé de frente con un chico guapo, me pareció el más hermoso que había conocido, miré sus hermosos ojos, quedé prendada de él, lo volví a ver en otras ocasiones.
Lo que más deseaba era que se acercara y me hablara pero, no lo hacía, el que si lo hizo fue su mejor amigo, a quien le confesé el amor que sentía por él, en respuesta su amigo me reveló, que el chico que me gustaba tenía enamorada, que porque no mejor me hacía su novia, que el no tenía a nadie.
Mi corazón se entristeció tanto,- continuó diciendo la princesa-, que acepté ser novia del amigo del muchacho del que estaba perdidamente enamorada, para de alguna manera continuar mirando a ese del que había quedado prendada.
Con el tiempo descubrí que todo había sido un engaño, el que tenía novia era él, cuando descubrí eso, lo dejé, fue así que al terminar el verano, y reanudar clases en la secundaria, el que yo amaba se me acercó me pidió ser su novia, por supuesto que lo acepté si era lo que había deseado por tanto tiempo.
Fuimos felices unos meses, pero inexplicablemente conforme se acercaba el verano, de mi se fue alejando, hasta que un día ya no me buscó más.
Lloré muchísimo, día y noche, no sabía donde buscarlo nunca supe donde vivía, a todo el que le preguntaba por él no me daban razón de su paradero.
El tiempo fue pasando, y aunque mi mente lo olvidó por unos años, nunca pude arrancarlo de mi corazón.
Princesa, - le dijo el mago bueno- yo puedo concederte un deseo pero, fíjate bien lo que deseas porque en ocasiones nuestros deseos pueden volverse en contra de nosotros mismos, así que fíjate bien lo que vas a pedir.
¿ De verdad puedes cumplirme un deseo? - preguntó emocionada la princesa-, por supuesto que puedo, -dijo el mago-, sólo te voy a pedir que reflexiones muy bien lo que vas a pedir, porque te repito los deseos que tenemos pueden volverse en nuestra contra y dañarnos más que ayudarnos.
Sé muy bien lo que quiero, -dijo la princesa- quiero volver saber de él, darme cuenta que está bien y si no lo está, haré todo por ayudarlo quiero verlo aunque sea en fotografía, para saber como ha cambiado, el tiempo a todos nos cambia.
Aunque yo sé que por mucho que haya cambiado lo seguiré amando, porque no lo amo con los ojos, lo amo con el alma.
Concedido -respondió el mago-, y fue así como la princesa, lo contactó, y aunque el estaba casado a ella no le importó, porque lo único que deseaba era saber de él si estaba bien, si necesitaba algo.
Se dio cuenta que tenía un problema y se ofreció a ayudarlo. Casi de inmediato ambos se confesaron su amor y fueron felices por corto tiempo, no deseaban ir más allá del contacto por teléfono o las redes sociales.
Pero el corazón cuando ama siempre exige más y más, en ocasiones mucho más de lo que la otra parte está interesada o dispuesta a dar, y fue así como empezó el sufrimiento ahora más doloroso de la princesa.
Desde el principio ella se dio cuenta que el espaciaba sus llamadas, había ocasiones que por días no sabía de él.
Comenzó a sufrir su corazón desolado, los celos empezaron a invadirla y a hacerle malas jugadas, lloraba noche y día, nada la consolaba, a pesar que quería distraerse con su familia y amigos pensaba en él a cada minuto no podía sacarlo de su mente ni del corazón.
Empezó a ir mal en sus clases a no dormir, a desear que amaneciera para ver si el la llamaba pero eso no ocurría, desesperada le reclamaba sus prolongados silencios, su abandono, ahora quería verlo, tocarlo, saber que se sentía ser su mujer, y todo se hizo más doloroso.
A pesar que ella tenía algunos pretendientes, sólo quería a un hombre y era a él, pero no soportaba los días en que simplemente ni un mensaje le mandaba.
Finalmente, entendió todo, su mente se aclaró, y fue entonces que de nueva cuenta se apareció el mago, quien la encontró bañada en llanto.
¿ Pero qué sucede princesa? le preguntó angustiado, ella le contó absolutamente todo, y al final dijo, viví una ilusión que sólo albergó mi corazón, a pesar de que él en todo momento me dijo que me amaba, ahora me doy cuenta que siempre mintió.
El no sabe amar, o al menos no sabe hacerlo de la forma como lo hago yo, sin cobardías, sin miedo a perderlo todo, arriesgando, afrontando lo malo que se pudiera venir, porque eso hace el verdadero amor, arriesgar, entregarse, encarar absolutamente todo con disposición de dar hasta la vida si es preciso, apostando todo por un amor.
-Prosiguió diciendo-, ahora me doy cuenta finalmente como sucedieron las cosas, y no eran como yo las recordaba, el se alejó porque siempre ha sido cobarde y un egoísta que sólo ha pensado en sí mismo, se centró solo en lo que él sufrió, sabía que se iría de la ciudad.
Se condolió de su propio sufrimiento, nunca ni por un momento pensó en mi, si lo extrañaba, y lo que yo estaría sufriendo no se acercó para preguntarme nada, para tratar de arreglar cualquier mal entendido.
Es fácil ser insensible, pero, eso hacen los cobardes, hace falta valor y coraje para sentir, para luchar, para amar, sacar fuerzas dentro de ti, y luchar incluso contra ti misma.
Combatir tus propias indecisiones, tus miedos, para así poderse entregar por completo a otro ser, con el valor que da el amor hacia esa otra persona.
Lo único que te importa es su bienestar por encima de cualquier cosa, pero para hacer eso, se requiere ser valiente, y amar con riesgo de tropezar, de caer, de irse al abismo en un minuto, levantarse y volver a luchar, para eso, se necesita un valor, del que él carece.
El nunca lo ha tenido, como todo cobarde simplemente calla y se aleja, sin dar explicación, pensando que la persona que lo ama no merece absolutamente nada, ni siquiera esa explicación, una despedida, ni una ultima palabra, menos un último adiós.
Explicar sus motivos, las razones de su alejamiento, priva su cobardía y su egoísmo.
Debilidades que no capté la primera vez lo perdoné y lo amé a pesar que nunca más de mi volvió a acordarse, vivió su vida a su manera, egoísta como es, siempre pensando exclusivamente en él.
Lo mismo ocurrió ahora que lo encontré, se centró de nueva cuenta en él en su familia, en lo que podía perder si continuábamos, no obstante que en mi mente y mi corazón jamás intentaría separarlo de lo que él ama, porque su felicidad era la mía.
Nunca se puso a pensar en mí que yo también arriesgaba, que los dos podríamos perder exactamente lo mismo, sin embargo yo si me exponía daba todo por él, porque era lo más importante en mi vida.
Ahora entiendo, que yo lo amé, pero él a mi no, duele decirlo, y duele alejarse, me queman el alma sus palabras.
Ahora siento más tristeza y dolor que antes ya casi no puedo comer, no duermo bien, nada me hace feliz, no sólo mis ojos están tristes, estoy triste toda yo, mis lágrimas no dejan de brotar el sufrimiento cada vez es mayor, por favor te lo suplico mago, ayúdame a olvidarlo, saca de mi ese amor, que me está matando.
El mago se entristeció, y con voz pausada respondió, tu sabes lo que yo sé que sabes, y que dispuso Dios que supieras y entendieras para prevenir a las personas sobre todo a las que amas de posibles tragedias, o desgracias que puedan lastimarlos.
Conoces lo que le sucederá en un futuro cercano, como siempre tratas de ayudar a los que sufren quieres ayudarlo a el, como sabes que sufrirá y sabes que si en estos momentos te alejas después aunque quieras no podrás auxiliarlo ¿ no será por eso que lo amas tanto?.
Sabes perfecto que hace años tu pensaste mucho en él y ahora por su propia boca te enteraste, que en ese tiempo él estaba sufriendo, ¿no será que como conoces lo que ocurrirá, quieres estar a su lado para que no esté solo, cuando suceda lo que el destino le tiene deparado?
Sabes que se acordará de ti, que lamentará haberte perdido, caerá aún más en sus vicios, se sentirá solo, derrotado, y sufrirá igual o posiblemente más que lo que tu estás sufriendo, querrá buscarte pero tu ya tendrás otro amor, al que amarás profundamente y no desearás abandonarlo por eso no podrás ayudarlo.
Por lo mismo aunque no sabías como decírselo porque temías que se burlara o no creyera, como efectivamente ocurrió, a pesar de eso, se lo dijiste en un afán por alertarlo.
La princesa, triste respondió, eso no lo sé, pero por favor te lo suplico sácalo de mis pensamientos elimina este amor que me quema el alma que estoy muriendo, que por dentro estoy sangrando, te lo suplico, mago bueno dame esa bendición de poder olvidarlo.
Desafortunadamente nada puedo hacer por ayudarte, -respondió el mago-, se me olvidó decirte que sólo un deseo podía cumplirte, pero llora, llora todo lo que debas llorar, por tus ojos entró ese amor, por ahí mismo debes sacarlo, haz de cuenta que murió, guárdale luto igual que si hubiera muerto.
Vive tu duelo, con el paso del tiempo lo olvidarás, de él nunca más te acordarás y cuando lo hagas sabrás bien como es, y no querrás acercarte de nueva cuenta, porque tendrás miedo de que te hiera de nuevo al igual que lo hizo hace años, tal como lo ha hecho ahora.
Llora princesa llora, y no te sientas mal por eso, llora noche y día si es necesario, pero vive, sé como siempre has sido, acuérdate que ayudar es lo que más te gusta continúa ayudando a las personas a los más desprotegidos, que Dios te dará tu recompensa más pronto de lo que piensas.
Lo siento princesa, llora, llora todo lo que puedas.
El mago quien había sido enviado por Dios, se marchó apesadumbrado por el sufrimiento de su princesa, el sabía lo que ocurriría pero le concedió su deseo porque era necesario que conociera perfectamente a aquel de quien por años estuvo enamorada y que le hizo tanto daño a su alma.
Para que con esa lección entendiera ahora como adulta lo que no pudo comprender cuando era casi una niña y así finalmente con la decepción sufrida lo dejara de amar.
Y de esa forma, alcanzara su espíritu la paz que tanto anhelaba, se abriera de nueva cuenta al amor al que por años le cerró la puerta de su corazón.
Así con un corazón sanado, un nuevo amor le borrara finalmente esa tristeza de su alma que se reflejaba a través de su mirada, alcanzara la dicha, y viviera una vida plena de felicidad tal como todos los que la amaban esperaban.
Por su parte la princesa se arrepintió de haber pedido tal deseo, pero la balanza de la vida es justa al final cada quien tendrá su premio o castigo por las acciones cometidas. Mientras tanto la princesa, aún se encuentra con el corazón destrozado y por las noches cuando sabe que nadie la ve ni escucha, llora con un llanto desgarrador que sube hasta el mismo cielo y tiene entristecidos a Dios, a sus ángeles y a todos los seres celestiales que la escuchan.
( Autora Areli )