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domingo, 15 de septiembre de 2013

Sandra

Conocí a una hermosa princesa, de color de bronce, de labios aterciopelados, de alma indómita
La nobleza de su corazón competía con la grandeza de su espíritu, guerrera como bella Diosa
Las dificultades no la arredraban y antes que muchos hombres hizo proezas inigualables
Si no tenía dinero ella veía de donde lo sacaba para alimentar a sus hermosas cachorras
Hacía frente a la vida, combatiendo incluso contra ella misma, pero, la comida nunca faltaba
Precursora de los zetas a los siete años intentó simular un secuestro para conseguir una bicicleta.
El intento le costó caro, su fallido intento fracasó y una tremenda regañada fue lo que se llevó.
Pero en su alma no había malicia, sólo imaginación recortó letras de un periódico y llevó a cabo su plan.
Los padres del presunto secuestrado que jugaba tranquilo y seguro no se creyeron nada, ahí terminó su osadía.
Sin embargo entendió que ese camino no la llevaría a nada, así que mejor decidió ser comerciante.
Vendió lo que tuvo a su alcance hasta la foto de su hermana, y créanme sacaba buenas ganancias.
Babysitter desde los seis años, maestra de sus propias hijas, sin haber terminado la secundaria.
Ante nada se arredraba si se trataba de hacer un examen ella lo hacía, y si no lo pasaba solo reía.
Enamorada de la vida, indulgente contra la espada, sin miedo absolutamente a nadie ni a nada.
Princesa seductora, comerciante, enfermera de su propia familia, chef sin asistir a la universidad.
Su nombre Sandra, sus apellidos no importan, su nombre por si solo brilla, como sólo sabe brillar ella.


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